Defectos de Formación
DEFECTOS DE FORMACIÓN
En los últimos años me he encontrado ya varias veces y en distintos lugares
con un problema de mal ver y mal vivir. Resulta que me he topado con una
práctica habitual en las políticas de formación a operadores telefónicos que me
encabrita y me enfurece. Ya sea en ventas, en atención al cliente recepción o
emisión e incluso en el propio proceso de formación de los formadores, parece
que el punto vital por el que gira la gestión de todo el tinglado sea el uso
mínimo del tiempo dedicado a formar. Si una formación normal precisa de un
tiempo para presentar objetivos, facilitar los datos necesarios sobre el
cliente, la campaña y las necesidades del servicio, mostrar aplicaciones y las
claves imprescindibles para el acceso y manejo de las mismas, junto a unos
ejemplos sobre cómo interactúan todos juntos para la mínima asimilación de
cuatro conceptos clave.
Si para todo ello se hace necesario un número de -pongamos- 8 horas, los
encargados de la gestión se empecinan en dividir en 3 o 4 la duración de la
formación, convirtiendo lo que debe ser un proceso en una carrera contrarreloj
donde aportar una cantidad ingente de información sobre unas personas -que no
máquinas- incapaces en su mayoría de plasmar posteriormente lo
"aprendido". Este tipo de perversa formación provoca un inicio
caótico donde nadie sabe qué acciones realizar ni dónde hacerlas, cosa que conlleva una múltiple carga de estrés extraordinario. Por un lado, quien se
enfrenta a un alud de información no asimilada y unas aplicaciones desconocidas
muchas veces de uso complejo (contando con que funcionen, ya que muchas veces no
es así). Por otro lado, los responsables de atender las necesidades inmediatas
de estos operadores (coordinadores, formadores) que -añadido a su gestión
diaria deben ocuparse de quien no sabe/no puede/no es capaz de lidiar con su
tarea. Van como pollos sin cabeza de lado a lado, trazando diagonales, pegando
gritos o enviando mensajes como posesos. En muchas ocasiones no se alcanza a
ayudar a todos.
Pero, claro, solo hablamos de (otras) personas. Los gestores venderán su
'solución' como la octava maravilla que ahorró algunos euros a la cuenta de la
empresa.
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