Máquinas


 

A pesar de toda la actual corriente de buenrollismo envuelto en redes sociales, los eventos que eres bobo si no los incluyes en tu agenda de actividades, esa obligación de sonreír a pesar de todo, me da la sensación de que esconde una nebulosa donde vamos dando pasos atrás… De nuevo me asalta aquella sensación de que retornamos a la manera de intentar que las personas sean máquinas. Si tienes la capacidad de girar seis veces en un minuto, vamos a ver si podemos hacer que voltees 7 veces en lugar de seis, y así ganamos veces. Si te puedes agachar 5 más y los juntamos, se multiplica el número de “veces”. Ganancia. Win-win como dicen ellos? ¿Ganamos todos?

En mi opinión, cada vuelta de tuerca acerca a la gangrena o a la locura, y más si se pierde el contacto con la gente y el trato como ser humano. Antes te “facilitaban” el manual y … ya espabilarás. Ahora te leo el manual en un vídeo que tú ves por la pantalla y … te buscas la vida. Eso no es formar, eso es -como mucho- aleccionar.

Como formador no puedo estar de acuerdo con un sistema que reduce o minimiza tanto el hecho de formar. No somos loritos que podemos pensar. Somos personas, sabemos pensar, tenemos dudas y cometemos errores. Una formación debe mostrar, practicar, corregir, encauzar y buscar soluciones a problemas. Si lo único que se hace es decir Se hace así no vamos bien. Se acabará la formación y en una lista aparecerás como apto para un servicio. En realidad, solo se habrá conseguido un porcentaje mínimo de aptitud en el mejor de los casos. Pero vende muy bien decir el 85% de los trabajadores conocen el procedimiento. De oídas, lo conocen; pero ¿saben trabajar con él? ¿se desenvuelven eficazmente en su entorno? ¿saben/pueden facilitar la información adecuada al cliente? Sinceramente, no.

Esos “viejos hedores” aunque se disfracen, siguen pareciéndome putrefactos. Parece que los efectos de la pandemia también afectan a los aspectos de ética y moral en el entorno laboral. Volvemos a los tiempos de la sacrosanta rentabilidad. Primero, que sea rentable; luego, ya veremos. Y si por el camino caen diez o cincuenta, bueno, daños colaterales.

Lo siento, no me gusta.

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