Portazo
¿Por qué abandonamos las empresas?
Esta semana he abandonado el trabajo que
tenía y ni siquiera he concedido los 15 días de pre-aviso. Lo he hecho con una
mezcla de alivio y pena por dejar una labor que me apasionaba y unos compañeros
a quienes apreciaba.
Pero la política de la compañía para la
que trabajaba, que ha adquirido recientemente la política de gestionar con la
amenaza y el miedo, inició mis dudas.
De la noche a la mañana, me vi
cuestionado y vigilado. Se me impuso el sistema del “ordeno y mando” por el
cual la responsable mandaba y yo obedecía. Y no se me permitía ni rechistar, ni
opinar, ni siquiera pensar. “Olvídate de dar ideas; aquí mando yo y tú haces lo
que yo diga”.
Cuando recibes este tipo de
advertencias, cuando te sientes como una mera pieza dentro del engranaje,
cuando ves que se te va a exprimir como un limón y tu trabajo se minusvalora
una y otra vez, valoras opciones distintas.
Cuando te ningunean como persona, cuando
te acorralan en una sala poniendo en duda tu profesionalidad por haber dado una
opinión, cuando cuestionan tu experiencia por aportar datos que avalen tu punto
de vista diferente a quien manda, buscas la puerta de salida.
Si además te hacen cargar con errores
ajenos para minar tu confianza o te abroncan en público, te acabas de decidir.
Lo siento, esto no es para mí. Me voy.
Ahí te quedas tú con tu mediocridad y tu incompetencia.
Comentarios
Publicar un comentario